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El dilema de los bancos centrales: Equilibrando crecimiento e inflación

El dilema de los bancos centrales: Equilibrando crecimiento e inflación

22/11/2025
Fabio Henrique
El dilema de los bancos centrales: Equilibrando crecimiento e inflación

La política monetaria moderna se enfrenta hoy a un desafío sin precedentes: controlar la inflación sin sacrificar el crecimiento económico. Tras años de tasas bajas y estímulos extraordinarios, la respuesta de los bancos centrales a la crisis post-pandemia ha llevado a un complejo escenario donde el control de precios y la estabilidad del empleo pugnan por un espacio limitado.

El marco teórico de la política monetaria

Un banco central moderno persigue estabilidad de precios y confianza en la economía. Su mandato habitual se traduce en objetivos claros, aunque en ocasiones secundarios, como el pleno empleo o el crecimiento sostenible. A corto plazo, el ajuste de los precios y salarios influye en la actividad económica; a largo plazo, la producción depende de la capacidad real de la economía.

  • Estabilidad de precios (objetivo 2 % anual).
  • Apoyo a crecimiento sostenible.
  • Mantenimiento del empleo.

Herramientas de política monetaria

Para cumplir su mandato, los bancos centrales disponen de una serie de mecanismos que van desde los más convencionales hasta los extraordinarios desarrollados tras la crisis financiera de 2008.

  • Tipo de interés oficial: subi­dazo para enfriar demanda o rebaja para reactivar crédito.
  • Operaciones de mercado abierto: compras y ventas de bonos.
  • Requerimientos de reservas mínimas.
  • Mecanismos no convencionales: programas de compras de activos y liquidez a largo plazo.
  • Forward guidance: comunicación sobre el camino futuro de la política.

El contexto post-pandemia: choque e inflación

La década previa a la pandemia se caracterizó por tasas de interés muy reducidas y una inflación persistentemente baja. Sin embargo, el COVID-19 desató políticas fiscales expansivas y cuellos de botella en las cadenas globales de suministro, provocando un repunte inflacionario a partir de 2021.

Ante esa oleada de precios al alza, en 2022 y 2023 los bancos centrales lanzaron el ciclo de subidas más agresivo en décadas. Las tasas oficiales quedaron en niveles no vistos desde antes de la crisis financiera global, generando una notable desaceleración de crédito, inversión y consumo.

Inflación a la baja, pero no “resuelta”

El descenso de los precios de la energía y la normalización logística han rebajado la inflación general desde los máximos de 2022. No obstante, la inflación subyacente, especialmente en servicios, ha permanecido alta, alimentada por presión salarial y persistente demanda interna.

Ante el riesgo de que el 2 % de inflación no se consolide hasta 2025 o más adelante, muchos bancos centrales mantienen una postura restrictiva por más tiempo, vigilando con lupa las estadísticas de empleo y producción.

El dilema central: inflación vs. crecimiento

Este dilema enfrenta dos objetivos difíciles de conciliar: contener precios o sostener actividad y empleo. Cada camino conlleva riesgos relevantes para la salud económica y social.

Cuando la inflación sigue alta

Relajar la política prematuramente puede desencadenar una inflación de segunda ronda, impulsada por subidas salariales y traspaso de costes. Si la credibilidad del banco central se resiente, hogares y empresas pueden ajustar sus expectativas al alza, encareciendo aún más la corrección posterior.

Cuando el crecimiento se enfría

Por el contrario, mantener tipos elevados por largos periodos encarece hipotecas y crédito empresarial, con riesgo de entrar en recesión o en un ciclo prolongado de crecimiento débil. Sectores intensivos en financiación, como la construcción o el automotor, sufren con especial severidad.

Factores que agravan el dilema

  • Choques de oferta: crisis energéticas y tensiones geopolíticas generan choques de oferta intensos y dificultan la normalización.
  • Activismo fiscal persistente: gasto elevado puede desanclar expectativas de inflación.
  • Presión política: riesgo de perder la independencia antes de tiempo.

Choques de oferta y estanflación

La temida estanflación combina inflación alta con crecimiento bajo. Debido a choques energéticos, el cambio climático o la desglobalización parcial, la tarea del banco central se complica: subir tipos frena aún más la actividad sin resolver el origen de la inflación.

Interacción con la política fiscal

La coordinación entre política monetaria y fiscal es crucial. Un déficit crónico o subsidios excesivos pueden presionar al alza los precios e incrementar la deuda pública, creando un círculo vicioso que pone en riesgo la estabilidad a largo plazo.

Nuevas misiones: clima y estabilidad financiera

Más allá de la inflación, cada vez se espera que los bancos centrales integren criterios climáticos en sus compras de activos y supervisen riesgos financieros sistémicos. Esta expansión de mandatos añade un nuevo nivel de complejidad al ya delicado equilibrio entre crecimiento e inflación.

En definitiva, los bancos centrales caminan sobre un alambre, equilibrando presiones contradictorias. Sus decisiones de los próximos años marcarán el destino económico y social de millones de personas, mostrando la importancia de una política monetaria ágil, creíble y alineada con los retos globales.

Fabio Henrique

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