El mundo ha transitado de un shock pandémico y la crisis inflacionaria posterior a un escenario de crecimiento moderado y retos estructurales. La “nueva normalidad” plantea un panorama en el que ya no existen tipos de interés cero, la deuda pública alcanza cotas históricas y la productividad global avanza a ritmos inferiores a los observados antes de 2008.
Este artículo ofrece un análisis detallado de los principales indicadores macroeconómicos, examina las grandes fuerzas que están reconfigurando la economía mundial y propone estrategias prácticas para gobiernos, empresas y hogares.
El crecimiento del PIB mundial se ha desacelerado de un promedio del 3.8 % anual (2000–2019) a cerca del 2.7 % previsto para 2025. La inflación, tras tocar picos cercanos al 8 % en las economías avanzadas en 2022, se modera hacia niveles próximos al 3 % sin volver a las tasas estables del 2 % previas a la pandemia.
Los principales bancos centrales han elevado sus tipos de interés de referencia a rangos comprendidos entre el 2.5 % y el 4 % en 2024, cimentando la idea de tipos de interés más altos de forma persistente. El coste de financiamiento tanto público como privado se sitúa, por tanto, en una posición significativamente superior a la de la última década.
El comercio internacional, que nutría el crecimiento al ofrecer acceso a nuevos mercados y especialización, crece ahora en línea con el PIB mundial. A su vez, las cadenas de suministro se fragmentan y proliferan factores proteccionistas y de “friendshoring”.
En España, el PIB real creció un 2.5 % en 2024 y las previsiones para 2025 oscilan entre el 1.8 % y el 2.0 %. Aunque el país roza la recuperación de la tendencia previa a la pandemia, la eurozona en su conjunto avanza a un ritmo más lento, cercano al 1.5 % anual.
La inflación general se sitúa alrededor del 3.5 %, mientras la subyacente registra tasas del 3.0 %. El paro, que descendió hasta el 11 % en 2024, podría acercarse o incluso bajar del 10 % en 2025, apoyado por la creación neta anual de aproximadamente 300 000 puestos de trabajo.
Las finanzas públicas muestran un déficit del 4.8 % del PIB y una deuda pública del 113 %. Aunque se proyecta una consolidación gradual, el coste de la deuda se encarece por los tipos elevados, deuda pública en niveles históricos que limita el margen fiscal.
En la eurozona, Alemania ejerce su influencia industrial con un crecimiento inferior a la media, mientras la inflación y tipos de interés siguen pautas similares a las de España. El turismo, clave para España, aporta un 12 % del PIB, pero su ritmo de expansión se modera tras el repunte post-pandemia.
La actual transición responde a cuatro vectores de cambio que redefinen el modelo económico global y local:
Cada fuerza exige respuestas coordinadas y adaptaciones profundas en políticas públicas y estrategias organizativas.
Ante este entorno complejo, gobiernos, empresas y hogares pueden adoptar medidas concretas para mejorar su resiliencia:
Para los hogares, diversificar fuentes de ingreso, reforzar el ahorro de precaución y ajustar presupuestos a tipos más altos son claves para afrontar la nueva fase de tipos elevados. Las empresas, por su parte, deben evaluar el impacto de la regulación climática, acelerar la digitalización de procesos y fomentar la cultura de innovación.
En definitiva, el gran reinicio no es un evento puntual sino un proceso de transformación continua. Comprender las dinámicas macroeconómicas, anticipar las grandes fuerzas y adoptar estrategias de adaptación proporcionan el mapa para navegar con éxito esta nueva normalidad económica.
Referencias