La trampa de la liquidez es un fenómeno que desafía las herramientas clásicas de la política monetaria. A pesar de una expansión cuantitativa a gran escala, la actividad económica permanece inmóvil. En este artículo exploraremos sus causas, mecanismos y posibles soluciones.
En la macroeconomía keynesiana, la trampa de la liquidez describe el momento en que la preferencia por la liquidez de empresas y hogares se vuelve absoluta. Los bancos centrales pueden disminuir los tipos de interés hasta cerca de cero o incluso negativos, sin lograr que el crédito fluya.
Se representa en el modelo IS-LM como el tramo horizontal de la curva LM, donde incrementos de la oferta monetaria no reducen el tipo de interés ni elevan la producción.
En condiciones normales, la reducción de tasas abarata el crédito, impulsa la inversión y estimula el consumo. Sin embargo, en una trampa de liquidez:
Este estancamiento surge cuando la deuda previa frena la inversión y la incertidumbre domina el ánimo de los agentes.
Estos factores refuerzan la preferencia de activos seguros, bloqueando el canal de transmisión del crédito.
Varios episodios ilustran la longevidad de este problema:
En Japón, el estallido de la burbuja inmobiliaria y bursátil a finales de los años 80 dio paso a una década perdida, con sucesivas inyecciones de liquidez y políticas fiscales tímidas.
Tras la crisis de 2008, la Reserva Federal y el BCE aplicaron múltiples rondas de QE y forward guidance, logrando estabilidad financiera pero una recuperación moderada.
La teoría keynesiana subraya que, en tales circunstancias, la política fiscal adquiere protagonismo. Al no existir efecto expulsión, el gasto público puede reactivar la demanda agregada:
Sin embargo, la sostenibilidad de la deuda pública y las reglas fiscales limitan la maniobra.
Por su parte, los bancos centrales han explorado medidas no convencionales:
Estas estrategias buscan moldear expectativas de inversores y empujar el riesgo hacia la economía real.
Algunos economistas argumentan que la persistencia de tasas bajas podría generar burbujas financieras y debilitar la disciplina fiscal. Otros defienden que, sin una política fiscal vigorosa, las medidas monetarias carecen de empuje suficiente para reactivar el crecimiento.
El debate se intensifica frente a los desafíos de una nueva era de bajo crecimiento y a la necesidad de repensar las reglas de juego macroeconómicas.
La trampa de la liquidez pone de relieve los límites de la política monetaria y el papel esencial de un estímulo fiscal coordinado. Para evitar estancamientos prolongados, es vital revisar marcos normativos, redoblar inversiones productivas y fomentar la innovación.
Solo así se lograrán reactivar el crédito, revitalizar la economía real y garantizar un crecimiento sostenible.
Referencias