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Nuevas rutas de la seda: El poder comercial de la infraestructura

Nuevas rutas de la seda: El poder comercial de la infraestructura

17/12/2025
Marcos Vinicius
Nuevas rutas de la seda: El poder comercial de la infraestructura

La Iniciativa de la Franja y la Ruta redefine la geopolítica global mediante un entramado de infraestructuras. Este artículo explora sus dimensiones históricas, económicas y estratégicas.

De la Ruta histórica a la Franja y la Ruta

La Ruta de la Seda clásica fue una red intercontinental que, desde la dinastía Han, conectó China con Asia Central, Oriente Medio y Europa. No solo transportaba seda, especias y porcelana, sino ideas, religiones y tecnologías que modelaron civilizaciones.

En 2013, el presidente Xi Jinping presentó la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI), una propuesta monumental que recupera el espíritu de aquella red antigua. Su objetivo declarado es promover el desarrollo compartido y la prosperidad mutua; su meta implícita, convertir a China en nodo central del comercio mundial y expandir su influencia.

Arquitectura de las “nuevas rutas”

Hoy la BRI funciona como un sistema planetario de infraestructuras que abarca caminos terrestres, vías marítimas, redes digitales y rutas polares.

  • Franja Económica de la Ruta de la Seda (terrestre): corredores ferroviarios y viales enlazan ciudades chinas con hubs logísticos europeos como Duisburgo. Proyectos como el tren de carga Yiwu–Madrid (13.000 km) reducen plazos a menos de 20 días.
  • Ruta de la Seda Marítima del siglo XXI: conecta puertos de la costa este china con Sudeste Asiático, océano Índico, África oriental, Mediterráneo y norte de Europa. Inversiones claves incluyen Gwadar, Djibouti, Hambantota y El Pireo.
  • Ruta de la Seda Digital: cables submarinos, redes 5G y centros de datos impulsados por empresas como Huawei. Impacta la soberanía digital y plantea desafíos de ciberseguridad y vigilancia.
  • Ruta de la Seda Polar: aprovechando el deshielo ártico, un portacontenedores va de Ningbo-Zhoushan a Felixtowe en 18 días, menos que por Suez, aunque con alto impacto ambiental.

Magnitud económica y alcance geográfico

La BRI involucra actualmente más de 60 países que suman aproximadamente un tercio del PIB mundial. Muchas naciones en desarrollo de Asia, África, Oriente Medio y América Latina participan activamente.

  • Inversiones combinadas superiores a un billón de dólares, a través de préstamos y financiación de bancos de desarrollo chinos.
  • Reducción significativa de tiempos y costes: trenes China–Europa en menos de 20 días, frente a más de 30 días por vía marítima tradicional.
  • Impacto en la competitividad: los nuevos puertos gestionan mayores volúmenes con menores costes unitarios.

Para ilustrar la eficiencia comparativa, se presenta la siguiente tabla:

Infraestructura como poder comercial

La infraestructura no es un elemento neutral: redistribuye poder en el comercio global y redefine dependencias estratégicas.

China busca controlar nodos logísticos críticos, como puertos que antes estaban en manos occidentales, reduciendo su vulnerabilidad ante bloqueos en Suez o estrechos como Malaca. Así crea rutas alternativas terrestres y marítimas que fortalecen su influencia.

Además, al imponer sus propios estándares técnicos en ferrocarriles, energía y telecomunicaciones, Pekín ancla a los países receptores a un ecosistema tecnológico chino. El despliegue masivo de 5G y sistemas de señalización ferroviaria son ejemplos concretos.

La diplomacia de la deuda es otro elemento central. Muchos proyectos se financian con préstamos de bancos chinos. En algunos casos, el alto endeudamiento ha llevado a concesiones de puertos y activos estratégicos, lo que genera debates sobre si existe una estrategia deliberada o simples sobrecostes y mala planificación.

Casos regionales clave

  • Europa: el tren China–Europa y las inversiones en el Pireo dinamizan la logística, reducen costes y abren el interior del continente. La UE responde con el programa Global Gateway para conectividad sostenible y transparente.
  • Asia Central y Sur de Asia: el Corredor Económico China–Pakistán (CPEC) conecta el oeste chino con Gwadar, acortando rutas de hidrocarburos y generando autopistas y zonas industriales, pese a debates sobre deuda y seguridad.
  • África: puertos en Djibouti y Hambantota se convierten en puntos neurálgicos. El impulso de infraestructura energética y de transporte transforma economías, aunque suscita preocupaciones medioambientales y sociales.

En todos estos casos, queda claro que la infraestructura es una herramienta de poder. Quienes controlan rutas y estándares moldean el comercio, la política y el desarrollo de regiones enteras.

En última instancia, las Nuevas Rutas de la Seda evidencian que el futuro del comercio global depende tanto de la creación de puentes físicos como de la voluntad política de utilizarlos para un crecimiento más equitativo. Comprender su alcance y matices es esencial para tomar decisiones informadas y garantizar que estas conexiones beneficien a todos los actores implicados.

Marcos Vinicius

Sobre el Autor: Marcos Vinicius

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